Libia, ¿teatro del bueno?
La guerra como simulacro: ¿Fue un montaje mediático la toma de Trípoli por los rebeldes?
La
guerra como el teatro donde el Nuevo Orden Mundial realiza su gran obra
de convertir al mundo en un simulacro: la manipulación mediática en la
guerra contra Libia revela los viejos trucos de la propaganda de los que
se sirve el sistema dominante para perpetuarse, evitando toda guerra
real.
«Ocurre como en la fábula de La Fontaine: el día que se produzca una guerra de verdad, no notarás la diferencia. La verdadera victoria de los simuladores de guerra estriba en haber metido a todo el mundo en la podredumbre de esta simulación».
«Ocurre como en la fábula de La Fontaine: el día que se produzca una guerra de verdad, no notarás la diferencia. La verdadera victoria de los simuladores de guerra estriba en haber metido a todo el mundo en la podredumbre de esta simulación».
Jean Baudrillard, La guerra del Golfo no ha tenido lugar
Uno tenía la idea de que la
guerra era lo más real de la existencia humana, las más cruda realidad.
El escenario donde se debaten las fuerza de vida, energía de la tierra,
de la sangre y hasta en cierta forma del sexo. Los instantes
irrebatibles de la realidad del cuerpo que busca imponerse para
asegurar su existencia. Pero este escenario se ha convertido en un
teatro —que ha reemplazado el campo de batalla “real” con un complejo de
transmisión mediática “hiperreal”. Lo que sucede en Libia y lo que
sucedió en Irak sucede fundamentalmente en los televisores y las
pantallas de computadora de los ciudadanos del planeta, sin importar que
más allá de estos “mapas” de la realidad haya un verdadero territorio:
aquello que se concatena con una realidad global y tiene consecuencias
políticas y económicas, aquello que nos (tras)toca, es lo que se
proyecta en la pantalla (mental) colectiva.
Y existe todavía, acaso por un dejo de programación, la creencia de lo que vemos en las pantallas es lo que está sucediendo en las batallas. Asumimos tácitamente, por el poder del imagen, por el poder de la tautología, que lo que vemos es la realidad: ver para creer.
Es nuestra naturaleza imitativa aceptar y dejar entrar lo que vemos sin
cuestionarlo mucho. Pero quizás sea tiempo de darnos cuenta que nos
hemos mudado ya al “desierto de lo real” y vivimos y reproducimos
constantemente un simulacro.
La cadena de noticias Russia TV
ha dado a conocer imágenes que sugieren que la toma de los rebeldes de
la Plaza Verde de Tripoli y el arresto del hijo de Muammar Gadafi, Saif
Al Islam, fueron un montaje mediático en que se falsificó esta plaza y
las celebraciones —se dice que la escena fue filmada en Qatar y que
omitieron palmeras y los relieves en la estructura de estuco. Si bien
esta cadena cita a periodistas que están en Libia, como Lizzie Phelan,
diciendo que los acontecimientos reportados por Al-Jazeera y
recirculados en la mayoría de los medios masivos occidentales no
sucedieron o fueron al menos groseramente exagerados, se puede
argumentar que el material no es conclusivo —aunque sí genera sospechas.
Lo que no se puede dudar es que la noticia extensamente difundida de
que Saif Al Islam había sido capturado por los rebeldes fue totalmente
falsa y clave en la avanzada de los rebeldes sobre la capital
(por otra parte el domingo varios medios habían reportado que los
rebeldes ya habían tomado la capital de Libia, anticipándose en un acto
de profecía que busca autocumplirse a los hechos).
La
información que circuló sobre la toma de la Plaza Verde y la captura
del hijo de Gadafi actúo a favor de los rebeldes. El mismo primer
ministro del Consejo Nacional Transitorio libio (CNT), Mahmud Yibril,
aseguró que la noticia falsa de la detención de Saif al Islam “produjo
ganancias políticas y militares a los rebeldes”. Al tiempo que se
comunicó esa información, 11 países reconocieron al Consejo Transitorio
como representantes legítimos de Libia. Una estocada maestra de
desinformación.
Como se puede ver
en el video de Russia Today, Saif al Islam apareció ante las cámaras
refutando la información difundida y acusando a la OTAN de esgrimir una
“guerra electrónica”, utilizando alta tecnología e interfiriendo en su
comunicación.
La BBC también
transmitió imágenes falsas —y ridículas en su caso— de una especie de
celebración nacional en Libia donde se ven banderas de India.
Existe un notable antecedente de
lo que estamos viendo. En la segunda invasión Irak, en el 2003, apenas
tres semanas de iniciada la guerra, periodistas estadounidenses y
militares montaron un evento mediático simbólico: el derrocamiento o
linchamiento de la estatua de Saddam Hussein por su propio pueblo. Pero
como se puede ver en el siguiente video, la mayoría de las personas que
tiraron la estatua de Hussein eran estadounidenses y los medios inflaron
el evento como un hecho de alto significado, una victoria moral que
apeló al ánimo de la población con un truco psicológico. ¿Es posible que
algo así haya sucedido de nuevo? Obama fue elogiado en Estados Unidos
después de ver estas imágenes de celebración de los libios anti-Gadafi
—cuando antes había sido condenado por iniciar la guerra. La guerra se
ha convertido en un acto simbólico: entonces, vencer a Gadafi en un set
de televisión, como en una especie de acto de magia vudú, es vencerlo
en la realidad.
La presencia del simulacro ya
había sido detectada por Russia Today. Citando a fuentes del ejército de
Rusia esta cadena informó que los ataques aéreos que supuestamente
perpetró Gadafi a los rebeldes el 22 de febrero, reportados por la BBC y
Al Jazeera, no sucedieron, así como varios ataques más que los medios
han reportado, según un monitoreo satelital.
Como habíamos informado anterioremente,
el noreste de Libia, donde se gestó el movimiento los rebeldes y donde
recibieron armas de Egipto, es la zona donde más terroristas de Al-Qaeda
per cápita fueron reclutados para luchar en la guerra de Irak. Siudades
como Darnah y Benghazi fueron las que más aportaron, como queda
constatado en el reporte del 2007 del Centro para el Combate al Terrorismo de West Point. Lo que parece indicar que Estados Unidos, quien ha suministrado armas a este grupo rebelde a través de Egipto y
Arabia Saudita, armó a a grupos extremistas islámicos relacionados con
Al-Qaeda para enfrentar a Gadafi. Algo que parecería completamente
esquizofrénico si no supiéramos que Estados Unidos creó a este grupo en
los ochenta bajo la batuta de Robert Gates y la CIA en Afganistán.
Por lo cual valdría preguntarnos si Al-Qaeda no es el brazo militar
secreto de Estados Unidos en el mundo, los mercenarios del terror y el
caos, cuya avanzada luego Estados Unidos se encarga de poner en orden.
Existen
reportes de que la CIA ha creado cuentas falsas en Twitter, en Facebook
y en YouTube para apoyar la revolución de las fuerzas rebeldes en
Libia.
Lo que es indudable es que la
cobertura en Occidente del conflicto ha estado sesgada. Desde los cables
de WikiLeaks, uno de los grandes protagonistas de la tiranía y
corrupción mundial fue Gadafi. Poco después se transmitió por los medios
mundiales que el delirante dictador de Libia estaba dispuesto a
bombardear con armas biológicas a su propio pueblo (como un nuevo
Hussein). Este mismo dictador psicópata, líder del país en mejores
condiciones económicas de África, sin embargo, fue apoyado masivamente por un millón de personas,
en una de las manifestaciones públicas más grandes de la historia, el 1
de julio —un evento que ningún medio mainstream cubrió.
Aunque la historia está llena de
simulacros bélicos o eventos de falsa bandera (un buen ejemplo de cómo
funciona esto es la película Wag the Dog),
Jean Baudrillard traza una nueva era en el conflicto bélico con la
guerra de la Tormenta en el Desierto, la invasión de Estados Unidos a
Irak que ocurrió sobre todo a través de CNN. En su libro de 1991 La guerra del Golfo no ha tenido lugar, Baudrillard desarticula la guerra como parte del simulacro del Nuevo Orden Mundial que oculta la ausencia de política:
«La
guerra del Golfo es la primera guerra consensual, la primera guerra
emprendida legalmente, mundialmente con el fin de acabar con la guerra,
con el fin de eliminar cualquier enfrentamiento susceptible de
representar una amenaza para el sistema de control mundial, unificado a
partir de ahora».
Es curioso que
en el año en el que Baudrillard hablaba de la guerra como el instrumento
político del Nuevo Orden Mundial para establecer un simulacro global,
el 11 de septiembre de 1991, George H. W. Bush hablaba del amanecer del
Nuevo Orden Mundial:
Es igualmente curioso que encontremos en el filósofo francés Jean Baudrillard, cuyas ideas influenciaron la película The Matrix, un eco de la gran conspiración de nuestros días. Pero en su libro La guerra del Golfo no ha tenido lugar
Baudrillard es bastante claro enunciado un plan de guerra contra el
Islam: «En todo este asunto, la apuesta crucial, la apuesta decisiva, es
la reducción consensual del Islam al orden mundial». La domesticación
del “reto simbólico” por cualquier medio que sea, la guerra, la
democracia o hasta los derechos del hombre. Y para domesticar a las
culturas que desafían se utiliza el simulacro mediático: «El Nuevo Orden
Mundial será consensual y televisual a la vez» (consensual como la
realidad que impone que solo se mantiene por nuestra creencia en ella
como un (tétrico) juego de Disneylandia).
Podemos
ver una cadena de eventos que iniciaron con la primera guerra con Irak
que continua con las guerras contra Afganistán, Libia, Irak (otra vez) y
las reciente revoluciones de la primavera árabe artificial, cuyo fin es
«imponer un consenso total a través de la disuasión»: la revolución
simulada que disuade de la revolución verdadera. Que disuade de una
guerra verdadera, donde algo verdaderamente se ponga en juego (donde
haya verdadera oposición). La rebeldía se convierte en una moneda de
cambio que el sistema usa a su favor —como los rebeldes de Libia—,
creando así un blindaje: ellos son su propio enemigo: en una relación
sin alteridad alguna: un monólogo autocontenido que se transmite e itera
por el mundo.
«La guerra,
excepto precisamente en el Nuevo Orden Mundial, es producto de una
relación antagónica, destructora, pero dual, entre dos adversarios. Esta
guerra de ahora es una guerra asexuada, quirúrgica, war processing,
cuyo enemigo sólo figura como objetivo en un ordenador, exactamente
como el compañero sexual, que solo figura como un nombre clave en el
monitor del ordenador», dice Baudrillard sobre Irak.
El
simulacro además toma otro significado y otro uso político, el de la
desinformación: «abolir cualquier comprensión del acontecimiento” ante
la inundación de signos, y de esta forma montando una fachada se protege
el verdadero objetivo: “Cuando en el lugar deseado no hay nada, tenemos
el orden», dice Brecht, citado por el francés.
Y
aunque “las masas despierten” al horror y a la criminalidad atroz con
la que se mueve Estados Unidos y sus aliados, esto es algo que se tiene
contemplado en aras de cumplir el plan:
«Si
quieren ser la policía del mundo y del Nuevo Orden Mundial, tienen que
perder cualquier autoridad política, en beneficio de su capacidad
operacionalù, decía Baudrillard en 1991.
La
amoralidad del utilitarismo político: los políticos, los presidentes,
son también simulacros, personajes intercambiables de la Gran Obra que
cumplen un papel temporal avanzando en la construcción del Gran Teatro
(el teatro, el mundo, se convierte en la obra: esa es la última
intención de la simulación).
Baudrillard
describía al infierno como la pérdida de la otredad y “la repetición
de lo mismo”. La guerra contra el mundo árabe, por más que sus creencias
y sus prácticas nos puedan parecer detestables (o no) atenta contra la
otredad radical, contra aquello que nos hace cuestionarnos nuestra
propia existencia. La repetición de la misma dinámica bélica a favor de
la democracia —o la intervención a favor de la seguridad planetaria y la
preservación de una serie de valores en práctica espectrales— nos
convierte a nosotros mismos en un simulacro: interactuamos solamente con
la representación del mundo y no con el mundo y con los otros. Y así,
la guerra que no tendrá lugar será la guerra individual con el
verdadero enemigo, el otro que está en casa: tu propia sombra y tu
demonio, y también la única libertad.
Fuente : pijamasurf
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