Chávez: "Aún no ganamos la batalla, hemos comenzado a remontar la cuesta"
El presidente de Venezuela reveló, ya desde su país, que está siguiendo
un estricto tratamiento para luchar contra su enfermedad, aunque no dio
detalles sobre el mismo. Se mostró de mejor ánimo con respecto a su
última aparición.
Hugo Chávez
saludó al pueblo venezolano tras su vuelta al país luego de haber
revelado que padece cáncer. El mandatario dio detalles sobre su paso por
Cuba, donde fue operado dos veces, y aunque dijo estar peleando una “batalla”, no explicó a qué tipo de tratamiento se está sometiendo ni cuál es su situación de salud actual.
Más recuperado, diferente del Chávez que anunció su enfermedad, el presidente fue entrando en calor a medida que pasaba su discurso. Frente a una plaza repleta, desde el balcón del palacio de Miraflores, agradeció a los ciudadanos, presentes para escucharlo durante los festejos por el Bicentenario de la independencia del país.
“Estoy seguro que ustedes comprenden perfectamente las dificultades de esta batalla, que nadie vaya a creer que ya mi presencia aquí este día 4 de julio significa que ganamos la batalla. Hemos comenzado a remontar la cuesta”, dijo rápidamente, y explicó que está siguiendo un “plan estrictamente médico, paso a paso”. “Viviremos y venceremos todas estas dificultades”, pronosticó.
“Mi agradecimiento personal a tanto y por tanto apoyo, por tantas manifestaciones de amor. El amor es el mejor remedio para cualquier enfermedad. Gracias por hacerme llegar ese baño de amor tan especial, no sólo desde Venezuela sino también desde muchos otros lugares del mundo”, expresó, y se apuró a aclarar que no podía estar demasiado tiempo hablando: “Estoy sometido y debo estar sometido durante un tiempo a un estricto control médico científico. Ustedes saben las razones”.
Ese fue el puntapié para afirmar: “Esta nueva batalla también la ganaremos, y la ganaremos juntos”. Chávez aprovechó para traer a colación un llamado telefónico del presidente de Ecuador, Rafael Correa, que le dijo: “Esta es otra batalla y estoy seguro que como hijo de Bolívar, el hombre de las dificultades, también la sabremos afrontar y obtener la victoria”. “Me recordaba aquello que dijo nuestro padre simón Bolívar aquí mismo el día terrible del terremoto de 1812: ´si la naturaleza se opone lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca´. Esta batalla también la ganaremos por la vida, por la Patria, por la Revolución”, afirmó.
Chávez agradeció a Dios, a la vida y a Fidel Castro, de quien dijo que fue “prácticamente el jefe médico de la legión de médicos venezolanos, cubanos y especialistas que se han dedicado con esmero a esta batalla”.
“Yo me pongo en manos de Dios y segundo en manos de la ciencia médica. Les juro que nosotros ganaremos esta batalla”, vaticinó.
El presidente venezolano relató su estadía en Cuba. “Los días que pasaron no fueron nada fáciles”, indicó, “sobre todo después de aquella tarde que yo ya estaba casi listo para regresar, después de la primera intervención quirúrgica, que pensábamos no iba a tener consecuencias más graves”. Chávez continuó contando que “el mismo Fidel Castro” fue a visitarlo y a darle la noticia “del tumor maligno”.
“Desde ahí comenzaron unas horas muy difíciles. La segunda intervención fue una intervención profunda, de más de 6 horas. Yo me entregué a Dios, me entregué a la ciencia, y en última instancia a esta gran voluntad, a este gran amor y pasión que gracias a ustedes llevo en mi pecho y en mi corazón”, describió.
El mandatario estuvo en terapia intensiva hasta el 24 de junio. Diez días después volvió a Venezuela, y explicó que para eso tomó todos los recaudos, para poder estar presente para el Bicentenario.
“Lo hemos logrado, por eso digo gracias Dios mío”, afirmó, y aclaró que el logro es para “una primera etapa”. “Ahora vendrá una segunda etapa y una tercera, de tratamiento complementario, que ya ha comenzado”, reveló.
Chávez dio detalles de su vida actual. “Estoy comiendo de manera voraz y muy sano, como nunca en mi vida”, dijo, y agregó: “He vuelto a ser cadete de primer año, me estoy levantando a las 5 de la mañana a mirar el sol y a empezar la jornada de trabajo”.
Después de haber hablado 30 minutos, una de sus hijas se acercó para decirle que había pasado el tiempo recomendado por los médicos para el discurso, y Chávez empezó a despedirse, sin antes afirmar: “Yo no podía faltar. Estoy en el epicentro de mi amor más grande”.
Más recuperado, diferente del Chávez que anunció su enfermedad, el presidente fue entrando en calor a medida que pasaba su discurso. Frente a una plaza repleta, desde el balcón del palacio de Miraflores, agradeció a los ciudadanos, presentes para escucharlo durante los festejos por el Bicentenario de la independencia del país.
“Estoy seguro que ustedes comprenden perfectamente las dificultades de esta batalla, que nadie vaya a creer que ya mi presencia aquí este día 4 de julio significa que ganamos la batalla. Hemos comenzado a remontar la cuesta”, dijo rápidamente, y explicó que está siguiendo un “plan estrictamente médico, paso a paso”. “Viviremos y venceremos todas estas dificultades”, pronosticó.
“Mi agradecimiento personal a tanto y por tanto apoyo, por tantas manifestaciones de amor. El amor es el mejor remedio para cualquier enfermedad. Gracias por hacerme llegar ese baño de amor tan especial, no sólo desde Venezuela sino también desde muchos otros lugares del mundo”, expresó, y se apuró a aclarar que no podía estar demasiado tiempo hablando: “Estoy sometido y debo estar sometido durante un tiempo a un estricto control médico científico. Ustedes saben las razones”.
Ese fue el puntapié para afirmar: “Esta nueva batalla también la ganaremos, y la ganaremos juntos”. Chávez aprovechó para traer a colación un llamado telefónico del presidente de Ecuador, Rafael Correa, que le dijo: “Esta es otra batalla y estoy seguro que como hijo de Bolívar, el hombre de las dificultades, también la sabremos afrontar y obtener la victoria”. “Me recordaba aquello que dijo nuestro padre simón Bolívar aquí mismo el día terrible del terremoto de 1812: ´si la naturaleza se opone lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca´. Esta batalla también la ganaremos por la vida, por la Patria, por la Revolución”, afirmó.
Chávez agradeció a Dios, a la vida y a Fidel Castro, de quien dijo que fue “prácticamente el jefe médico de la legión de médicos venezolanos, cubanos y especialistas que se han dedicado con esmero a esta batalla”.
“Yo me pongo en manos de Dios y segundo en manos de la ciencia médica. Les juro que nosotros ganaremos esta batalla”, vaticinó.
El presidente venezolano relató su estadía en Cuba. “Los días que pasaron no fueron nada fáciles”, indicó, “sobre todo después de aquella tarde que yo ya estaba casi listo para regresar, después de la primera intervención quirúrgica, que pensábamos no iba a tener consecuencias más graves”. Chávez continuó contando que “el mismo Fidel Castro” fue a visitarlo y a darle la noticia “del tumor maligno”.
“Desde ahí comenzaron unas horas muy difíciles. La segunda intervención fue una intervención profunda, de más de 6 horas. Yo me entregué a Dios, me entregué a la ciencia, y en última instancia a esta gran voluntad, a este gran amor y pasión que gracias a ustedes llevo en mi pecho y en mi corazón”, describió.
El mandatario estuvo en terapia intensiva hasta el 24 de junio. Diez días después volvió a Venezuela, y explicó que para eso tomó todos los recaudos, para poder estar presente para el Bicentenario.
“Lo hemos logrado, por eso digo gracias Dios mío”, afirmó, y aclaró que el logro es para “una primera etapa”. “Ahora vendrá una segunda etapa y una tercera, de tratamiento complementario, que ya ha comenzado”, reveló.
Chávez dio detalles de su vida actual. “Estoy comiendo de manera voraz y muy sano, como nunca en mi vida”, dijo, y agregó: “He vuelto a ser cadete de primer año, me estoy levantando a las 5 de la mañana a mirar el sol y a empezar la jornada de trabajo”.
Después de haber hablado 30 minutos, una de sus hijas se acercó para decirle que había pasado el tiempo recomendado por los médicos para el discurso, y Chávez empezó a despedirse, sin antes afirmar: “Yo no podía faltar. Estoy en el epicentro de mi amor más grande”.
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